El tenor peruano Juan Diego Flórez, estrella indiscutible de la lírica, se mide con la mítica figura del siglo XIX Giovanni Battista Rubini en Arias for Rubini, un disco en el que recupera arias de extraordinaria dificultad de Rossini, Donizetti y Bellini.
"La grabación fue muy concentrada; no podía descuidarme en ningún momento porque el canto era muy difícil; él tenía un registro agudo único, podía ir hasta el 'Fa', hasta el 'Sol' incluso. En estas arias hay un 'Mi Bemol', que es ya un agudo estratosférico", explica el cantante en una entrevista con Efe, en la que confiesa lo difícil que le resulta la grabación de un disco.
"Yo me considero un cantante muy de público, necesito tener público para cantar bien. En los ensayos, nunca doy lo que doy en la función. En las grabaciones no tienes al público, pero sabes que tiene que salir perfectamente. Eso es un obstáculo para mí", confiesa este perfeccionista declarado.
"Tendría que dejarme llevar..., incluso he pensado tener público en las grabaciones, aunque tendrían que estar muy callados", añade entre sonrisas.
A Juan Diego Flórez le tentó el reto y el desafío que le propuso la discográfica (DECCA) de sumergirse en la figura de Rubini, por la que se siente fascinado.
"Fue un tenor rossiniano, como yo, y cantó Donizetti y Bellini, que también forman parte de mi repertorio", prosigue el cantante peruano, quien no olvida un aspecto fundamental de Rubini para afrontar este trabajo: la capacidad del divo del XIX para hacer sentir, no sólo su dominio de la técnica del bel canto.
Pero los sentimientos pueden jugar malas pasadas, porque la emoción se aferra siempre a la garganta. "Puede ser peligrosa; puede llevarte a cantar mal. Uno tiene que emocionar a los otros, pero tiene que controlarse", comenta Flórez, quien rememora, entonces, una grabación del fallecido Alfredo Kraus, en la que se aprecia cómo el artista canario para de cantar "El día que me quieras" porque, literalmente, se echa a llorar.
El tenor peruano se inspira en el fraseo, en la aristocracia, en el canto aéreo, en los agudos luminosos de Kraus, del que siempre ha sido admirador y al que no pudo conocer en persona. Sólo habló con él por teléfono una media hora, en una conversación que atesora con gran afecto.
La estela de Kraus es una de las razones, opina, por las que tiene un apasionado grupo de seguidores españoles que viajan para oírle cantar, con los que charla e incluso sale de cena.
"Muchos eran seguidores de Kraus y ahora lo son míos", señala el tenor, que, sin embargo, es muy conocido e identificado porque Luciano Pavarotti le reconoció como su sucesor en lo más alto de la lírica, aunque no compartían el mismo repertorio.
Esto le llena de orgullo. Pero el artista no parece, ni se considera, parte de un club de "divos". "Sería ridículo que yo me volviera un tenor de aires de divo", porque, recalca, llegó a la lírica desde la música pop y popular, y proviene de una familia de clase "media-baja".
Los seguidores de Juan Diego Flórez tienen una próxima cita el 8 de noviembre en Oviedo (España), donde interpretará alguna de las arias de este disco -como ya hizo en el Festival Internacional de Santander el pasado verano- y otras que son primicia.
Esta velada tiene como objetivo recaudar fondos para las víctimas del terremoto registrado el pasado 15 de agosto en el sur. El tenor está involucrado en varios proyectos, uno de ellos -todavía en conversaciones-, para la mejora de la enseñanza musical en el Perú.
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