Recientemente, durante un almuerzo con familiares y amigos invitados, mi hermana y yo recordamos algunas anécdotas sobre nuestra niñez que nos provocaron un súbito ataque de risa. A los pocos segundos, todos en la mesa reíamos, aunque la mitad de los presentes no tenía idea de la razón del júbilo. Pero quienes sí han encontrado un motivo son un grupo de investigadores británicos, que afirman algo que conocemos por experiencia: el sonido de la risa puede hacernos sonreír y unirnos a las carcajadas.
Hace poco, la ciencia ha tomado en serio a la risa. Se han realizado estudios diferentes para explicar sus causas, ubicación y efectos. Hasta se ha creado cursos de payasos para médicos, como el del Departamento de Teatro de la Universidad de Haifa, en Israel. Modernos métodos de exploración cerebral, como la resonancia magnética, han permitido ubicar el centro de la risa principalmente en la zona prefrontal de la corteza cerebral, la parte más evolucionada del cerebro, el área donde se supone reside la creatividad, la capacidad para pensar en el futuro y la moral; pero durante los exámenes también se activaron partes del sistema límbico, la región más interna y primitiva del cerebro. Al reír, nuestro cerebro comienza a producir endorfinas, sustancias que poseen propiedades similares a las de la morfina y que están bastante relacionadas con las sensaciones de bienestar y placer; además de tener la capacidad de aliviar el dolor.
La risa es un proceso involuntario, pero puede ser controlado, aunque en algunas ocasiones sea todo un reto. Sin embargo, es muy difícil fingirla debido a que es un mecanismo automático. Cada carcajada pone en marcha cerca de 400 músculos, incluidos algunos del estómago que solo se pueden ejercitar con la risa; despeja la nariz y el oído, elimina las toxinas al mover el diafragma y producir un masaje interno que facilita la digestión y ayuda a reducir los ácidos grasos y las sustancias tóxicas. Y si eso fuera poco, permite incrementar la oxigenación, es un analgésico natural (por las endorfinas liberadas), contribuye a una saludable presión sanguínea y genera una sana fatiga que hace desaparecer el insomnio.
Para los humanos, hacer reír es una forma de obtener señales sobre los demás; si se ríen de nuestros chistes, serán rápidamente considerados amistosos y nos caerán bien. Además, el humor está relacionado con los mecanismos sociales de jerarquía, dejando en claro nuestro lugar en la misma: es más fácil que nos riamos de los chistes del jefe que él de los nuestros, o bien podemos reírnos de alguien para dejar en claro su exclusión del grupo.
Las investigaciones recién están comenzando, pero las pruebas realizadas en personas enfermas han demostrado que la risa puede reducir el dolor, combatir el estrés e impulsar la batalla biológica del cerebro contra las enfermedades, probando que no hay nada malo en reír un poco de vez en cuando.
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